“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.”
Martin Niemoeller , “Cuando los nazis vinieron...”
Nos encontramos en una absoluta crisis sistémica, lo
hemos repetido hasta la saciedad. El antiguo régimen está en caída libre, pero
justamente ahora estamos en el momento más peligroso, porque cuando lo antiguo
no acaba de morir ni lo nuevo de nacer es cuando surgen las luchas más
encarnizadas. En los próximos meses y años encontraremos una coyuntura
ilusionante por un lado, pero por otro las fuerzas de la reacción van a actuar
con más saña que nunca; ya están preparando el terreno con legislaciones como la Ley Mordaza que
prohibe un derecho humano básico como es el protestar contra las injusticias.
La noticia del cierre cautelar de la Invisible entra dentro
de este saco, tiene mucho que ver con el miedo de los partidos del antiguo
régimen a que la gente se organice más allá de los mercados y los beneficios
empresariales. Con todos sus fallos y con sus aciertos, no es posible negar que
la Invisible
ha sido un lugar de encuentro para activistas sociales y ha gestado en su
interior interesantes experimentos sociales que, mal que bien, han hecho
avanzar movimientos en nuestra ciudad.
Obviamente no voy a decir que la Invisible es mi lugar de
militancia política, pero tengo claro que es una parte más de la lucha contra
el sistema.
Por eso, porque los y las comunistas apoyan en todas
partes cuantos movimientos se planteen para cuestionar el régimen social y
político imperante, el próximo día 10 voy a estar en la manifestación
gritando “La Invisible
se queda”.
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