miércoles, 1 de junio de 2016

Y APARCISTE TÚ

Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo.
Y apareciste tú.
Begoña Abad

Antes del 2011 unas cuantas locas queríamos cambiar el mundo, nos dábamos de bruces contra la maldita realidad y seguíamos insistiendo con la perseverancia de los que se saben eternos perdedores pero también insufribles luchadores, los pelotaris incansables.
Y entonces apareciste tú, el sujeto revolucionario, el pueblo, las ganas de cambio, la sonrisa de la rebelión que hace temblar a los poderosos, la conciencia de que, como no tenemos nada que perder, sabemos que solo podemos ganar.
No hay que negar que de primeras nos dio un poco de recelo, de repente lo que decían los libros que tenia que pasar se iba al carajo y resulta que eso de que la Revolución no se hace, se organiza, en mayo del 2011 se puso en cuestión. Dudamos si eras el amor de nuestra vida o si eras el que venía a robarnos la novia.
Pero al final nos quedó meridianamente claro, queríamos compartir contigo el resto de nuestras vidas, porque si no existieras habría que haberte inventado (pero, por suerte, fuiste espontáneo, libre, con tu toque anárquico que te hace aun más bello).

Habíamos pedido durante toda la vida un punto de apoyo para mover al mundo y aquí estás.
Los que dicen que te has ido es que no han mirado al rededor: estás en la panaderia hablando con las vecinas, estás en la indignación de los que hacen cola en el INEM, estás en los desahucios con los buenos, estás en las cenas familiares cuando ya no se aguantan las tonterías de los cuñaos que “no son machistas, pero...”, estás en los abuelos que se ponen un chaleco y salen a gritar como hace 40 años, estás en los profesores que visten de verde, estás en el orgullo de las camareras de piso que han dicho Basta a estar invisibilizadas, estás en las miradas que han perdido el miedo a enfrentarse a la policía para defender lo que es justo, estás en el miedo de los poderosos que saben que tienen los días contados, estás en la dignidad de la emigrante que, aunque tenga que ir lejos, sigue teniendo aquí el corazón.

Y también estás en esa niña de 12 años que no entiende como es posible que su compañera de pupitre no pueda ir a las actividades después de clases porque no las puede pagar; y se le ocurre que todos los compañeros pongan un euro y así ya se arregla.

Fuiste el grito primigenio del NO y nos enamoraste; te estás convirtiendo en el SÍ, en la proposición, y ya no podemos siquiera imaginar la vida sin ti.


Has conseguido que el miedo cambie de bando, pero lo más importante es que, al soltar el miedo, nos has devuelto la alegría.