martes, 13 de mayo de 2014

De cara a las elecciones europeas del 25 de mayo

Nos enfrentamos a un proceso electoral importantísimo el próximo 25 de mayo donde lo que nos jugamos es la ratificación del proceso de imposición de los postulados neoliberales en nuestro país; pese a ser unas elecciones europeas, están tomando un tinte de plebiscito sobre el bipartidismo.

De hecho pueden suponer el cambio de ciclo electoral que relegue al bipartidismo a un rincón de la historia, con una reestructuración de la aritmética parlamentaria. El peligro es que un resultado favorable a la Gran Coalición significaría una ratificación popular de sus políticas de austeridad.

Es bueno en estos momentos de incertidumbre hacer algo de Historia que nos permita entender como hemos llegado a este punto y que es lo que puede venir si se profundiza.

Un poco de Historia


En la década de los 50 del siglo XX un grupo de economistas de la Universidad de Chicago empiezan a desarrollar académicamente un nuevo modelo económico que entra en contradicción con el Keynesianismo imperante en aquellos momentos. La llamada Escuela de Chicago comienza a tener una gran influencia entre los círculos neoconservadores y a marcar su línea económica.

En 1.973 el sangriento golpe de estado contra Salvador Allende y el pueblo de Chile permite que Pinochet llegue al poder, y los Chicago Boys (un grupo de economistas chilenos formados en la Escuela de Chicago) marcan la política económica. Chile se convierte en el laboratorio de las políticas neoliberales que después se intentarán exportar al resto de América Latina y el mundo.

Su solución pasaba por eliminar las competencias del Estado, quedando relegado únicamente a ser garante de la libre competencia, y el mercado pasa a ser el centro de todo y el que debe regir los demás aspectos de la sociedad. Para ello es necesario transferir la propiedad pública a manos privadas, eliminar el control de los mercados y, por supuesto, eliminar la práctica totalidad de las competencias del Estado.
Si agudizamos un poco la vista nos damos cuenta de que es precisamente esto lo que los voceros del neoliberalismo están repitiendo sin cesar en las últimas dos décadas en nuestro país. El bombardeo ideológico al que la ciudadanía se ve sometida es parte de la hoja de ruta que se marcaron hace ya más de 40 años.

Estos economistas plantean que el estado del bienestar surgido del resultado de la II Guerra Mundial, como consecuencia del equilibrio de poder entre dos superpotencias (URSS y EE.UU.), tiene una serie de efectos negativos que hay que vencer:

  • Impide la iniciativa individual y por tanto la libertad.
  • Consolida una serie de infraclases que perviven como parasitarias del Estado
  • Provoca perdida de competitividad y eficacia.
  • Al no haber competencia, el sector público tiene una gestión pésima.
  • El aumento de los derechos sociales provoca una sobrecarga del Estado, que no podrá soportarlo.

En realidad todas estos planteamientos resumen una idea: ¿Por qué las clases altas deben dar parte de sus beneficios para las clases inferiores? Cada uno recibe lo que merece y el esfuerzo individual es suficiente, si se quiere, para ser multimillonario... El self made man tan popular en la cultura norteamericana llevado a sus últimas consecuencias. Olvidando por supuesto que no todos ni todas partimos de la misma línea de salida y las normas mínimas sobre las que se basa una sociedad, donde todos y todas recibimos y damos en un pacto social que permite vivir en armonía.


La experiencia en Chile le permite conseguir sus objetivos y comienzan a exportar sus ideas al resto del mundo. Reagan y Thatcher, en 1980 y 1979 respectivamente, ganan las elecciones en sus países y comienzan a trabajar en su hoja de ruta.

El marco conceptual que han conseguido crear a partir de finales de los 70 y los 80 (o dicho de otra forma, su victoria, estoy seguro que momentánea, en la batalla de las ideas) les ha garantizado la hegemonía social y económica en el inicio del siglo XXI.

El caso de Tatcher es paradigmático y es conveniente conocerlo para extrapolar conclusiones. Su gran batalla contra las Trade Unions entre 1984 y 1985, de la que salio triunfante, pero tocada (su popularidad descendio a mínimos y su reelección peligraba), fue un pilar clave en la aplicación de su programa neoliberal. Los sindicatos hundidos por esta derrota no fueron capaces de plantar cara al resto de reformas económicas que siguió planteando. En el siglo XXI los seguidores de la Dama de Hierro aprendieron de sus errores; solo la guerra de las Malvinas consiguió aumentar sus indices de popularidad y mantenerla en el poder; el trabajo con los sindicatos en el estado español ha sido más a largo plazo y sibilino, desde el trabajo que se realizó por parte de los defensores de los poderes empresariales dentro de los sindicatos hasta la campaña de desprestigio continuada que comenzó en los 90, han conseguido que la percepción de la clase trabajadora de los sindicatos sea muy negativa, lo que favorece indudablemente al poder del Capital frente a los y las trabajadores.


¿En qué momento nos encontramos en España?



Los representantes de los intereses de los neoliberales en el Estado español son el PP y el PSOE, como bien han venido demostrando desde la llamada transición, con la aplicación de las propuestas de la Escuela de Chicago; si tuviéramos que elegir un punto donde cualquier duda sobre esta aseveración queda despejada, ese sería la votación, siendo Zapatero presidente, de la modificación del artículo 135 de la Constitución, que estableció que la prioridad para el estado es el pago de la deuda (deuda, en su mayor parte ilegítima por otro lado).

Desde el inicio de esta estafa que se ha dado en llamar crisis en 2.007 el bipartidismo ha seguido dos líneas fundamentales: Recorte de gasto público y recorte de derechos sociales y laborales.

Respecto al gasto público (y hay que tener cuidado con esta palabra, el lenguaje no es neutral y trata de convencernos sin que nos demos cuenta de que es algo con connotaciones negativas. La palabra adecuada sería inversión pública) se plantea que es excesivo y tenemos que reducirlo, ya que el Estado no puede hacerse cargo... lo que recuerda poderosamente a uno de los postulados neoliberales. Pero ¿es cierta esta afirmación?

Como bien desarrolla Eduardo Garzón en su blog (http://eduardogarzon.net/aseveracion-el-estado-espanol-tiene-un-gasto-publico-excesivo/) este planteamiento no es más que un intento de repetir una mentira mil veces hasta que se considere verdad. El siguiente gráfico, sacado de la misma página, nos muestra el gasto (inversión) público del estado español en 2.011.



Lo primero que sorprende es que el gasto público español está muy por detrás de muchos de los países de la eurozona (puesto 17 de 27 países considerados) y por debajo de la media de la UE (España con un 45,2% y la media de 49,1%).

Avanzando en esta línea de razonamiento es interesante conocer a que se destina esa inversión pública. En la página http://www.economiacritica.net/?p=2103 encontramos un interesante artículo de Alejandro Quesada Solana donde aparecen los siguientes datos respecto a cuatro países europeos:


Este cuadro nos muestra el porcentaje de gasto en las distintas áreas respecto al PIB de cada país; somos los que menor porcentaje dedicamos a protección social (básicamente pensiones y prestaciones de desempleo), vivienda y salud (y curiosamente también a defensa), es decir, a los puntales del estado del bienestar; sin embargo gastamos más que nadie en seguridad (fuerzas de seguridad del estado), asuntos económicos (servicios dedicados a la deuda en su gran mayoría, sobre todo a partir de los rescates de la banca y el FROB) y ocio, cultura y religión (lamentablemente no tenemos desacoplados estos datos para ver que se considera cada una de las tres cosas).

Es decir, la inversión pública, además de no ser excesiva, está repartida de una forma que no favorece a los que peor lo están pasando con la crisis a través de servicios sociales, sino que destina una gran parte a soportar el pago de deuda privada.

Como conclusión podemos asegurar que el objetivo de esta crisis no ha sido otro que un reordenamiento de la distribución de la renta; no es casualidad la noticia de la semana pasada aparecida en el Diario Público (http://www.publico.es/dinero/518915/los-duenos-del-ibex-son-un-67-mas-ricos-desde-que-gobierna-rajoy). El traspaso de las rentas del trabajo al Capital era su objetivo y lo están consiguiendo.

El papel de la Unión Europea


Todo esto que se ha explicado en las lineas superiores tiene una concreción también en Europa, donde se apuesta también por los beneficios por encima de todo. El Parlamento Europeo está vacío de competencias, el ente que realmente toma las decisiones es la Troika europea, formada por el Banco Central Europeo (sin mecanismos democráticos que elijan a sus representantes), la Comisión Europea (formada por un único miembro por estado, elegido por el gobierno nacional) y, atención, el Fondo Monetario Internacional.
El conjunto nos muestra un escenario en el que los grandes poderes políticos y económicos han avanzado en una democracia de baja intensidad, donde la capacidad de decisión de la ciudadanía queda reducida al derecho al voto cada convocatoria electoral, pero se niega la participación en los asuntos que nos afectan directamente; concluyendo, nos dirigimos hacia una autentica dictadura de los mercados, donde lo importante es el beneficio a costa de lo que sea, de la soberanía nacional o de los derechos humanos incluso.

¿Qué hacer?


La solución pasa por la lucha política (tal y como definia Marx la lucha de clases) no restringida a el enfrentamiento electoral, que tiene desde luego su importancia, si no también a la batalla social, la movilización ciudadana.
En cada momento habrá que aplicar una determinada combinación de formas de lucha según el análisis que hagmaos de la realidad concreta. Por ejemplo, de aquí al 25 de mayo debemos volcarnos en la campaña electoral, intentando asegurar los mejores resultados posibles, de cara a tener la mayor posibilidad de influencia en el Parlamento Europeo, teniendo claro que al día siguiente tenemos que seguir trabajando en la movilización social, a través de plataformas unitarias, del sindicato, de cualquier grupo que se rebele contra la situación actual...
El actual momento es de acumulación de fuerzas, lo que significa que nuestra tarea pasa por trabajar en los distintos espacios que consideremos necesarios al mayor nivel posible, ya sean desde escaños institucionales o desde la plataforma surgida del 22 de mayo de 2013.